
P. Humberto Palma Orellana
Ley del embudo para los liceos emblemáticos
21.05.2014 19:51A la hora de defender a los liceos emblemáticos en el proyecto de ley sobre el lucro, la selección y el copago, se pretende eximirlos de la prohibición de seleccionar alumnos, de tal modo que puedan continuar con su labor nutriéndose para ello de los mejores estudiantes de liceos y colegios subvencionados, como siempre han hecho hasta ahora. Resulta entonces novedoso, por decir lo menos, que los expertos y diseñadores de políticas educativas que defienden este nuevo proyecto de ley, se muestren ahora partidarios de una selección que es buena. Hasta el momento, la condena a la selección de alumnos era total, absoluta, cerrada y sin matices. Pero ahora, esta selección buena solo la pueden aplicar algunos liceos privilegiados que no tendrán que hacer esfuerzos pedagógicos para mejorar los resultados; no serán amenazados de cierre por la Superintendencia por no cumplir con los estándares mínimos; seguirán ocupando los primeros lugares de los ranking de puntajes; no serán acusados de excluir; no segmentarán a la sociedad; no provocarán desigualdades y tendrán más demanda de matrícula que oferta. Estarán liberados de estas culpas y obligaciones que cargan los demás colegios. Al momento de tener que disponer de liceos de calidad, los diseñadores de políticas indefectiblemente han recurrido precisamente a tener que aplicar los métodos de los que acusan a todas las demás escuelas. Y por supuesto, ya algunos expertos encontraron el símil internacional, y recurrieron al comodín de citar las virtudes de los países desarrollados, descubriendo que éstos también seleccionan para tener ciertas escuelas de calidad. Hasta el momento no existían estas prácticas en dichos países o nadie se refería a ellas. Estaban más bien ocultas de la mirada de los expertos y era una anatema sin redención. Pareciera que el logro de la calidad es un problema más complejo de lo que pensaron quienes se han dedicado a exigir con las “penas del infierno” a directores y profesores esta elusiva meta, especialmente cuando se quiere lograr con pocos recursos, en difíciles condiciones para maestros y directores, con evaluaciones sancionatorias, con reglamentaciones draconianas para las escuelas, con amenazas de cierres de colegios y exclusión de profesores del sistema educativo.
Al final de cuentas nos queda claro que el argumento contra la selección de alumno admite excepciones, pero no en vistas al bien común de las mayorías, sino en conformidad al exclusivo y anrtojadizo interés de quienes defienden los liceos emblemáticos.
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